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2004. El coño de la Bernarda verbenera.
1904. Madrid. Chueca no es una estación de Metro ni un símbolo gay. Es un compositor. Y el Eslava no sueña con convertirse en discoteca. Muchos títulos pueden leerse en la cartelera de la época y teatros como el Apolo, el mismo Eslava o el de la Zarzuela saturan su programación con nombres ingeniosos para un público urbano y burgués, ávido de convertirse en cosmopolita. El madrileñito de a pie deja el caballo para pasear en las tardenoches por la Gran Vía entre marquesinas. Divirtiéndose, con bailarines, cupletistas y cómicos, ve nacer a nuestra danza y a nuestro teatro entre carcajadas que pretenden olvidar las carencias de una monarquía desmoronada. El Género Chico es el Gran Hermano del momento.
2004. Madrid. Es la era de las telecomunicaciones. Hay que estar al día. El futuro llegó, y como salido de una mala película del Siglo XX, el Siglo XXI nos ha llevado a Marte. La realidad no existe. Es virtual. ¡La vida ya no es vida!, es www.vida.com. El entretenimiento va online y el reality show fabrica estrellas en directo. Ante esto, los espectáculos se visten de multimedia y utilizan todo tipo de mezclas para sobrevivir. Danzateatro. Danzamusical. Vídeodanzateatro. Circocoreográfico. Combinaciones. Hay que ser moderno. O por lo menos parecerlo. El nuevo producto coreográfico necesita echar mano de lo que sea para poder competir, a ser posible, divirtiendo. Y con tanta modernez se nos olvida que los madrileños somos expertos en mix, y que hace más de 100 años inventamos una opción única y excepcional para el entretenimiento pluridisciplinar escénico: La Zarzuela.